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Biografía de Ramon Llull  

 

Las fuentes


Al reconstruir los episodios de la vida de Ramon Llull (1232-1316), nos encontramos con aquellas condiciones que afectan a la inmensa mayoría de personajes de la Edad Media. En sus vidas suele existir un acontecimiento que señala un antes y un después, que se traducen para la historia en una imprecisa etapa de preparación y en una generalmente segura cronología posterior. El acontecimiento referido será, según la persona de quien se trate, su acceso a la vida política, su graduación académica o su conversión a una vida más religiosa. La biografía transmitida, en todo caso, pretenderá ser ejemplar, eligiendo aún los datos memorables y coloreando en consecuencia la reconstrucción del pasado. Se lleva a cabo así una formación de la memoria que incorpora de forma condicionante los intereses del estamento social al que perteneció el personaje o se adapta a los lugares en los que transcurrió su existencia.

La análoga situación de la biografía luliana se distingue y se agrava por el hecho de ser el personaje mismo, y sólo él, quien procede a esta construcción de su memoria. Para hacerlo se sirve de tres medios. En primer lugar, y de un modo muy explícito, a través de la narración de la Vida coetánea, obra redactada con su autorización en el verano de 1311. En segundo lugar, con su costumbre, iniciada en 1294, de consignar lugar y fecha al final de sus obras. Y en tercer lugar, introduciendo menciones autobiográficas en sus escritos.

La Vida coetánea ha venido gozando de la consideración de relato autobiográfico. El autor anónimo del texto presenta su escrito como versión autorizada de la narración que había hecho Ramon Llull mismo. Posiblemente Llull narró su vida en la cartuja de Vauvert, en Paris, con la intención explícita de que de ahí surgiera un relato literariamente bien construido, más completo y más conforme a los cánones de la narración autobiográfica, que no lo eran los episodios que él mismo había ido incorporando en sus escritos. La convocatoria del concilio de Vienne influiría también en el deseo de Llull o de sus amigos, de contar con una mejor presentación de su vida y, sobre todo, de su empeño en favor de la misión.

Más allá de estas circunstancias, la Vida coetánea conserva todas las trazas de las narraciones de Llull en sus obras y es particularmente fiel en todo punto al esquema fundamental de su pensamiento. El episodio central es la presentación pormenorizada del debate de Ramon Llull con un sabio musulmán en Bugía. El episodio revela la metodología misionera que Llull preconizaba y al mismo tiempo sirve para presentar el uso del Arte.

Estos dos temas, la misión y el Arte, son los verdaderos protagonistas de la historia. El proprio Ramon es presentado como una persona que se siente elegida a su servicio y que por ello, frente a la irreductible indiferencia de los poderosos, entrega sus bienes y su persona en un camino evangélico de martirio. Referencias clave a a algunos textos bíblicos, así como elementos tomados principalmente de la espiritualidad franciscana, añaden ciertos matices que aproximan la Vida a la hagiografía.

La Vida coetánea presenta considerables lagunas en la narración y en algunos momentos la cronología resulta confusa. Sin embargo, en su conjunto ofrece un relato suficientemente fiable de la vida de Llull a partir del episodio de su conversión.

Las menciones autobiográficas, por otra parte, son muy frecuentes en los escritos de Llull y obedecen a diversos motivos. Posiblemente su número mayor se refiere al momento de la conversión, al cambio de vida que se operó en él y a la recepción del Arte. Son igualmente numerosas las menciones que hacen referencia a la suerte de sus gestiones en procurar la difusión del Arte y la toma de decisiones a favor del incremento de la acción misionera. Notable resulta, en este grupo, la constante referencia a sus propios escritos, lo que le ofrece a menudo la oportunidad de indicar el objetivo concreto de cada uno. No faltan, con todo, recuerdos y episodios en los que resulta difícil distinguir la realidad histórica, del uso retórico que de ella hace Llull. En definitiva, cada grupo de estas menciones autobiográficas, e incluso cada una en particular, exigen ser tomadas con las necesarias reservas de interpretación.

En tercer lugar, la costumbre de Llull de indicar al final de sus obras la ciudad y la fecha de su conclusión, constituye un documento preciso para fijar la cronología de sus obras y el itinerario de sus continuos desplazamientos. Una circunstancia que parece haber contribuido a consolidar este proceder, es el hecho de que muchas de sus obras son redactadas para ser presentadas a personas concretas e incluyen de alguna forma una petición de ayuda o de intercesión. En todo caso, no parece que pueda inferirse siempre que la obra en cuestión fuera íntegramente redactada en el lugar que se menciona. La ingente producción literaria de Llull nos hace pensar que en ciertos momentos se encontraba con diversas obras en preparación, quizás contando con la ayuda de algún redactor o recopilador a su servicio, por ejemplo, cuando una obra incorpora fragmentos de considerable extensión aparecidos en otras anteriores.

Aparte su valor documental, el hecho de que Ramon Llull fechara sus obras de una manera tan regular a partir de 1294, guarda relación con un cambio en su actitud como autor. Frente a una actitud de ocultación en beneficio del Arte recibida, Llull se presentará a partir de estas fechas como el autor del Arte, o por lo menos como su autorizado propagador.

En base a estas tres fuentes documentales y de otras muy escasas referencias de que disponemos, se puede hacer una narración de la biografía de Ramon Llull bastante completa en su segunda etapa y sólo aproximada en su primera etapa. En nuestro caso la división no coincide con el momento del acontecimiento central de la biografía luliana, su conversión, puesto que la zona de oscuridad se extiende más allá y, en conjunto, supone la incerteza sobre los primeros cincuenta años de la vida de Ramon Llull.